6.29.2010

Cuentos de Hadas: La Bella y La Bestia

Cuentos de Hadas: La Bella y La Bestia

Capitulo 01

Seguro que alguna vez habéis leído un cuento de hadas. Seguro que os habéis imaginado como un príncipe o una princesa. Seguro que habéis soñado con correr aventuras en mundos de fantasías.



Todos hemos soñado con mundos de ilusión en los que la felicidad se encuentra tras vencer al monstruo o a la bruja. Sí, todos hemos soñado con vivir un cuento de hadas. Pero, ¿qué pasa cuando el cuento se convierte en realidad?



Me llamo Beatriz Riel. Y este es mi “cuento de hadas”.


- ¡Ay! ¡Mierda!

Beatriz miró con furia al conductor que acababa de salpicarle, deseándole los peores males. Aquel no estaba siendo un buen día. Para empezar, se había dormido y casi llega tarde a clase de literatura, algo muy grave para Doña Marcela, la profesora, hermana mala de la señorita Rottenmeier. Después, descubrió que se había olvidado un trabajo importante y había tenido que pasarse un cuarto de hora suplicándole al profesor que le diera un dia más, para evitar el suspenso. Ahora estaba en la calle, sorteando como buenamente podía los charcos (o, mejor dicho, lagunas) de la calle, intentando llegar a la librería sin mojarse demasiado, algo bastante complicado cuando está cayendo el Diluvio Universal. Para colmo, un conductor descerebrado había pasado a toda velocidad y había dejado sus pantalones nuevos (y carísimos) reducidos a una cosa marrón y mojada. Al menos, era viernes, lo cual significaba que pasarían dos días antes de volver al condenado instituto. Lo malo era que primero tenía que evitar ahogarse de camino a la librería y, al día siguiente, soportar el cumpleaños de su “adorable” prima Diana, que cumplía seis años.

- “Ánimo, Bea, que ya queda menos…”

Vislumbró la puerta de la librería entre la cortina de lluvia y, despreocupándose por si el paraguas la cubría o no (total, ya estaba empapada) correteó, intentando no resbalar, para ponerse a cubierto cuanto antes.

A decir verdad, las cosas hubiesen sido mucho más sencillas si Beatriz se hubiese limitado a acercarse a la librería del centro comercial frente al que vivía, en lugar de callejear hasta aquella pequeña tienda. Pero, por alguna extraña razón, desde que descubrió aquella librería callejeando por la ciudad, no había querido pisar otra.

El lugar rezumaba un aura a librería de las de antes. Estaba repleta de estanterías, atestadas de libros de todo tipo, casi todos de aspecto antiguo. Mil historias de mil autores desconocidos que atraían a Beatriz con un magnetismo especial. También había una mesa, donde la dueña, una anciana arrugada cuya edad era difícil de establecer, guardaba una enorme caja (no tenía caja registradora, ni calculadora) donde metía y sacaba dinero, según conviniera. Por no tener, no tenía ni bolsas y un ligero polvo (polvo de libro y pergamino) flotaba en el ambiente. Una librería que, según le parecía a Beatriz, podía llevar ahí desde antes de que se inventara la imprenta, sin variar su aspecto en lo más mínimo. Beatriz nunca había visto a nadie, salvo a la anciana y a ella misma, en el interior de la tienda, pero la mujer no parecía tener problemas con las ventas, a juzgar por el ruido de la caja y la cantidad de libros (algunos amarillentos y polvorientos, otros nuevos y relucientes) que ocupaban el lugar.

Aquella librería la hechizaba, la seducía. Beatriz solía pasar horas enteras examinando las estanterías, sin que la mujer reparase apenas en ella ni dijera nada, y, a menudo, compraba algún que otro libro. Extrañamente, la mujer siempre tenía el libro que ella buscaba, ya fuera algo recién salido, ya fuera una edición extraña o estuviera en otro idioma. Y, además, cualquier cosa que Beatriz encontrara se ajustaba al dinero que llevara encima, independientemente de la cantidad.

De vez en cuando, un escalofrío recorría la espalda de Beatriz, especialmente cuando su mirada se encontraba con la de la anciana, pero, aún así, aquella librería era especial. Mágica.

- ¿Buscas algo en concreto?

La voz de la anciana la sobresaltó. Beatriz había estado tanteando las estanterías distraídamente, sin reparar en lo empapada que estaba.

- ¿Eh? ¡Oh! – le costó un poco identificar a su anfitriona, encorvada tras la mesa – Lo siento, estoy un poco mojada. Llueve mucho fuera – se excusó – No se preocupe, no estropearé nada.

- No me preocupa. Sé que te gustan los libros y que nunca harías nada que los estropeara. Pero no quiero que mojes toda la tienda, hay demasiado polvo, no quiero que se convierta en barro.

Beatriz pudo sentir cómo sus mejillas se encendían. Agradeció que su melena mojada se pegara a ellas, tapando su sonrojo.

- Buscaba algo para una niña de seis años… pero no creo que tenga nada…

- La vieja Esther siempre tiene lo indicado – refunfuñó la anciana – Mira en ese rincón.

Beatriz se encaminó hacia donde la mujer le indicaba. Allí encontró un sinfín de libros de cuentos. Empezó a curiosearlos, rezando por encontrar algo que se ajustara a los gustos de su prima.

- ¿Sabe? No creo que esto se ajuste a los gustos de mi prima. Los niños de ahora quieren algo muy comercial, no sé si me explico.

- ¿Qué hay más comercial que un cuento de hadas? Llevan contándose desde que el mundo es mundo.

Beatriz asintió, distraída. Arrodillada junto a la estantería, sopesó dos libros, intentando decidir cuál de los dos sería más indicado para su prima. A su espalda, la anciana esbozó una extraña sonrisa.

- Huummm… No sé. Esta edición de La Bella y La Bestia parece preciosa, pero creo que este libro de Un Cuento Para Cada Noche puede serle más divertido…

- Llévate ambos.

- No sé si llevo suficiente dinero.

- Te haré precio. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo para impedir que una pequeña se acerque a la lectura?

Beatriz se levantó y se volvió hacia la anciana, con la mirada fija en la portada de La Bella y La Bestia.

- Es que… La Bella y La Bestia parece más bonito, pero es una niña muy pequeña y este libro parece tan delicado…

- Quédatelo tú. Una edición bonita de tu historia favorita.

Aquel comentario hizo que Isabella apartara por fin la vista del libro. ¿Cómo sabía aquella mujer cuál era su historia favorita? Sacudió la cabeza. Probablemente, la mujer había hecho un comentario fortuito, basándose en la fascinación que le producía el libro. Al verla dudar, la anciana insistió.

- Cógelo. Te lo regalo.

- No puedo aceptarlo.

- Tómalo como un regalo por ser una clienta tan fiel.

Beatriz lo meditó durante unos instantes. Por un lado, no quería aceptar un libro que debía valer una fortuna, a juzgar por los delicados grabados con los que estaba decorado. Además, había algo en él que la atraía y la asustaba por igual, aunque no sabía qué. Pero, por otra parte, no quería ofender a la anciana rechazando un regalo tan bonito.

- Bueno… pero no le acepto nada más.

Pagó el libro de cuentos para su prima y embutió ambos volúmenes en su mochila como buenamente pudo, intentando no estropearlos. Después volvió a enfrentarse a la lluvia, rezando para llegar a casa sin ahogarse por el camino.

Al verla salir, la anciana volvió a esbozar la extraña sonrisa que había puesto antes, cuando Beatriz cogió el libro. Una sonrisa que podría tildarse de siniestra.

- Disfruta de tu cuento de hadas, Beatriz Riel.



Y así, sin que yo fuera consciente de lo que estaba a punto de suceder, el destino firmó mi sentencia. Ojalá nunca hubiera entrado en la librería de la vieja Esther…






















Comentarios de la autora:
Aquí acaba el primer capítulo de este... despropósito. La idea es escribir una versión propia de algunos cuentos tradicionales. Espero que os guste y todo eso.

2 comentarios:

  1. Me gusta... te estreno el blog!

    Bueno, referente a la historia, esa forma de empezar clásica y al mismo tiempo, siempre actual... me encanta!

    Te sigo desde ya!

    Mil besos!

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  2. Me encanta esta historia! está muy bien escrita y muuy interesante, espero que la continues y no la dejes a medias.
    Por cierto, a tí que tanto te gusta soñar, te iría muy bien leer alguno de los libros de Marc Levy (aunque ahora que recuerdo, igual te lo he mencionado alguna vez :S)

    Muchos besitos, hermanita!!

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